¿Qué son las Disfunciones Psicosexuales?


Existen una serie de problemas que afectan el desempeño sexual adulto de hombres y mujeres y que requieren de la intervención profesional para resolverse. Las disfunciones psicosexuales pueden aparecer en cualquier momento de la vida adulta de la persona y afectan de forma directa el intercambio sexual de pareja, disminuyen la confianza de la persona en sí misma al mismo tiempo que se pierde el interés por encontrar soluciones viables incluyendo la búsqueda de ayuda profesional.

Entre los hombres, las disfunciones psicosexuales más comunes son, la eyaculación rápida o precoz, la disminución y pérdida del deseo sexual y la disfunción eréctil (antes denominada impotencia). Entre la población femenina, es común la disminución y pérdida del deseo sexual (antes denominada frigidez), y la dificultad o imposibilidad para llegar al orgasmo (anorgasmia).

Cuando hablo de disfunciones psicosexuales, como lo sugiere el nombre, estoy descartando todos aquellos problemas sexuales que afectan a la persona que derivan de una causa orgánica, la cuál debe ser tratada en su especificidad. Las causas psicológicas de una disfunción psicosexual, en general, tienen que ver con ciertas actitudes (de exigencias, sarcasmo, enojo, etc.), con el contenido o la forma del intercambio verbal (demandas insatisfechas, tono de voz, etc.) e incluye todo tipo de comportamientos entre la pareja (desafíos, retos, etc.) que pueden llegar a provocar no sólo un clima emocional tenso sino, una indisposición emocional individual que lleva al hombre, la mujer o ambos a dejar de buscar y evitar el contacto íntimo con su pareja. Es claro que las ya mencionadas expresiones entre él/ella, en la gran mayoría de los casos, no tienen el propósito consciente de afectar la relación, finalmente son muestras de la forma de ser de cada quien y de la forma en que entienden la relación de pareja, y que como veremos más adelante, son sentidas e interpretadas de cierta manera por la otra persona.

Tenemos también todas aquellas experiencias que generan ansiedad, culpa, miedo, enojo y rencor entre otras; que al igual que las mencionadas anteriormente, pueden llegar a generar una afectación emocional en él/ella; cuando esta afectación se instala involuntariamente en la mente de la persona, se convierte en la lente a través de la cuál se observa todo aquello que la pareja hace o dice. Es necesario decir que las expresiones cotidianas de él/ella, no afectan de la misma manera a la pareja; su grado de afectación depende de múltiples factores, especialmente del contexto, el momento, experiencias pasadas, y la forma de ser (las características de la personalidad) de él y de ella. Por este motivo, -en diferentes momentos-, el mismo comportamiento de una persona, puede ser sentido e interpretado de formas muy distintas por la pareja.

Una vez que la afectación emocional se establece en la mente, termina por incidir en el área más sensible de la relación, especialmente el intercambio sexual. Esta afectación selectiva del área sexual, garantiza que no se desdibuje rápidamente la totalidad de la relación y así la pareja puede funcionar con normalidad en la mayoría de aspectos de la vida cotidiana (trabajo conjunto, platicar y salir juntos, etc.); esto le proporciona a las parejas que desean resolver el problema, un necesario margen de tiempo para hacerlo. Sin embargo, el núcleo de la afectación no desaparece aún cuando se hayan modificado voluntariamente los patrones de comportamiento que le dieron origen.

Dada la complejidad de estos fenómenos psicológicos y las distintas formas que adquieren -la mayoría de los cuales aún nos son desconocidos-, es necesario acudir con un/a psicólogo/a sexólogo/a quién es el/la profesional encargado/a de identificar con precisión este tipo de problemas. Este profesional deberá elaborar un diagnóstico clínico diferencial con el objetivo de proponer un procedimiento psicoterapéutico que, a través de las técnicas específicas más adecuadas a cada caso, pueda intervenir en cada uno de los 3 niveles ya descritos y así, solucionar el problema: 1) volviendo conscientes los motivos que generaron el núcleo de la afectación emocional, 2) desactivando el núcleo emocional, 3) reorganizando la identidad de la persona que incluye la recuperación de su desempeño sexual y de aquellos planes presente/futuros que seguramente quedaron en suspenso al surgir el problema.